Yenni Peña

"Responsabilidad Social que Empodera"

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Desde chiquita mi papá decía que yo iba a ser abogada porque siempre he sido muy peleona. Pero estudié sociología. Después de que vi lo que pasaba con las denuncias de violencia contra la mujer, que ponían una denuncia y después no había más, entonces me asocié con mi amiga Emily Camejo, abogada, especialista en violencia contra la mujer. Fundamos «EmpoderaRSE». ¿Qué hay más allá después de que la mujer ha pasado por una situación de violencia?, nos preguntamos, ¿qué podemos exigir y hacer para que se pueda reinsertar en la comunidad?, ¿qué herramientas necesita? Porque cuando tú hablas de violencia contra la mujer, el problema es que la gente solo ve el golpe, si no es algo físico, no lo asumen como violencia. Hay muchas formas de discriminación. Por ejemplo, cuando vas a una empresa y te entrevistan, lo primero que te preguntan es si estás o no casada, si tienes o no hijos; con los hombres no pasa. ¿Qué necesitamos las mujeres para estar en los mismos espacios laborales, y que se respeten y tomen en cuenta nuestras capacidades?
Para nosotras, en el nombre EmpoderaRSE, las tres últimas letras significan «Responsabilidad Social que Empodera». Hablamos del compromiso que tiene cada persona, cada individuo o institución de contribuir a empoderar a otros. No es hablar por hablar, decir de la boca para afuera, sino vivir tú también el proceso de crecimiento de tu ser. Es importante llevar un proceso propio de empoderamiento. Cuando trabajamos los temas de empoderamiento financiero, por ejemplo, nos asesoramos con otras organizaciones; si yo misma no gestiono bien mis finanzas, cómo puedo dar el ejemplo a otra mujer para que lo haga, entonces parte del proceso es desde lo interno de la organización. Aprendemos cada una de las herramientas que vamos a dar a cada participante de nuestro programa. Yo creo que la mejor forma de contribuir a empoderar a otro es actuar con el ejemplo; y actuar con el ejemplo es que tengas conocimientos de lo que estás diciendo para ayudar, no es hacerlo porque está de moda, sino porque de verdad te apasiona, te gusta.
Nosotras las mujeres tenemos una capacidad creativa impresionante. Es algo que está en nuestra esencia. Podemos crear, reestructurar, cuidar, atender, liderar. No es masculinizar tu liderazgo, no se trata de comportarte como el patrón que ya existe, sino lo que tú haces bien, utilizarlo. Hay que dejar de sentirse avergonzada o de etiquetar de malo que las mujeres lloran, que somos sensibles. Eso es lo que nos hace mujer y eso es lo que te hace a ti única, auténtica y diferente. Se trata de cómo tú aprendes a gestionarlo y sacarle provecho. Si creas nuevas propuestas siempre va a haber gente para seguir tu trabajo.
Cuando me siento agobiada, llamo a mis amistades o a nuestro equipo de trabajo y preparamos un almuerzo. Me gusta estar con gente que te de buenas ideas, que te echen cuentos y te den otras perspectivas. Yo puedo creer que estoy diseñando el mejor programa o el mejor proyecto pero si no escucho otros puntos de vista, no voy a enriquecer el proceso. Cuando te sientes acompañada y con esa energía chévere de la gente a tu alrededor, te salen mejor las cosas. No tienes que hacerlo todo tú sola, hay que crear comunidad, tribu. Siempre va a haber alguien que te tienda la mano, que te empuje y levante.
Es importante que cumplas tu palabra, perseverar, eso es parte de la responsabilidad social que uno tiene. Cuando no cumples contigo misma te sientes mal, empiezas a darte látigo y a juzgarte. Así lo termines tarde, no te quedes con la deuda. Creo que a veces a las mujeres nos da pena preguntar, pedir las cosas, y no cuesta nada, lo peor que puede pasar es que te digan que no.
Solía estar en el backstage, nunca al frente. Parte de mi proceso de empoderamiento ha sido aprender a ser yo la protagonista. Aceptar y reconocer mis méritos y darme mi crédito. En la medida en que tú lo descubres en ti misma y lo puedes exteriorizar, y desarrollar, puedes tener una influencia positiva en otras.
Me inspira mi chamo. Levantarme a pesar de los retos. Ser un buen ejemplo. Enseñarle a mi hijo desde pequeño que puede conectarse y hablar con todos y todas, que puede sentirse libre de opinar. Y si quiere llorar que llore, si quiere jugar, juegue. Hay tantos estereotipos. Como yo trabajo con mujeres, la gente me pregunta: «¿y qué le dices al niño?», «¿no se siente incómodo porque siempre está en cursos con puras mujeres?». Trato de enseñarle que él puede ser un hombre que contribuya a que las cosas mejoren. Cuando veo que a mi hijo le gusta y se interesa por lo que hacemos en los talleres, digo: ¡wow, lo estoy haciendo bien! Me inspira que mi chamo crezca con una filosofía distinta.
Me gusta lograr que las personas se sientan bien consigo mismas; se sientan empoderadas. Espero que en un futuro me recuerden como yo a mis grandes maestras, que logré impactar, de forma positiva, la vida de muchas mujeres.