Vanessa Torres

"Hay que abrir espacios de vulnerabilidad"

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Desde muy temprana edad mis papás me enseñaron la importancia de ayudar a la comunidad. Recuerdo mucho que me hablaban sobre la parábola de los talentos, y que, cuando uno descubre para qué es bueno, tiene la responsabilidad de poner sus habilidades al servicio de los demás y buscar dejar un mundo mejor. Yo crecí con esa filosofía, de que uno siempre puede afectar el entorno, contribuir en algo en la vida de las personas y, desde ese lugar, puedes marcar la diferencia. Eso es lo que me motiva, conectar con los demás desde mi propósito, desde lo que hago.
Me formé como Internacionalista, y luego me enfoqué en el área de innovación en salud. Hoy en día estoy en la Junta Directiva, y soy Directora de Estrategias, de la Clínica Santiago de León, donde lo que nos mueve es el bienestar de los venezolanos, no solamente atacando las enfermedades, sino impulsando un estilo de vida pleno y sano, por eso nuestro lema es que «somos una clínica para la vida».
Para nuestra institución es fundamental la empatía, reconocer que detrás de cada uno hay una historia valiosa que contar, y que en cada ser humano podemos conseguir algo admirable; más allá de lo que haga, de lo que sepa o no, más allá de las apariencias, cada persona tiene fortalezas y situaciones de vida que está enfrentando, y está haciendo lo mejor posible. Además, todos estamos en constante evolución, somos seres complejos. Desde ese lugar es que conectamos y atendemos a cada persona que tenemos enfrente.
El año pasado tuve una situación delicada de salud, eso representó para mí un proceso de transformación importante. Me asusté, y me lo tomé muy en serio. Me dije: «si yo no cuido de mí, entonces quién lo va a hacer». Necesitaba detenerme.
Entonces, ahí es cuando uno dice, bueno, esto me pasa a mí, pero también a todos, y a cada quien de maneras diferentes, porque puede ser cualquier cosa: una ruptura de pareja, una enfermedad, un fracaso, lo que sea. Pero, si tomamos esas situaciones para reflexionar y cuestionarnos, si invertimos el tiempo en conocernos más a fondo a nosotros mismos, saber qué es lo que nos llena realmente, qué estamos dispuestos a hacer, o si estamos viviendo la vida que queremos; dependiendo de cómo cada quien decida enfrentarlo, es que podrá llegar esa claridad; y cada vez iremos incorporando más herramientas que nos ayuden a superarlo e incluso a enfrentar situaciones futuras.
Muchas veces vemos solo las historias de éxito y pensamos: «¡Wow!, esa persona no tiene ni una sola dificultad», porque además las redes sociales han filtrado ese mensaje de que solo se puede tener la vida perfecta. Pero no es así, porque si tú quieres crear una gran empresa, buenísimo. Si quieres ser artista toda la vida, o ser mamá y ama de casa, eso no tiene nada de malo. Creo que hay que comenzar a quitarse las etiquetas y hablar desde lo que somos en verdad. Hay que conectar, abrir espacios de vulnerabilidad, para que la gente entienda y sepa, que todos pasamos por situaciones difíciles. Que la vida no es color de rosas, y lo que nos marca es cómo decidimos enfrentarla.
Un día, la doctora que me atendió en mi proceso me preguntó: «Vanessa, ¿por qué tú crees que la vida te dio una segunda oportunidad?». Y yo le dije: «Bueno, para poder salir de esto con una visión distinta, con un aprendizaje, para compartirlo y contribuir con algo positivo a los demás».
Hoy en día me gusta ser vulnerable, hablar de las cosas que me han sucedido. Entendí que en un momento dado podemos ser flexibles, detenernos, y ver que no tenemos que ser perfectos, no tenemos que ser la Mujer Maravilla, tenemos que ser más reales y tener conversaciones con personas reales, con quienes mostrarnos como somos y acompañarnos en ese proceso. Cada mañana abro los ojos y digo: Gracias Dios, otro día. Y me siento contenta con lo que estoy logrando a nivel profesional y personal; sigo evolucionando, valorando cada momento, y cuando veo hacia atrás me digo: Oye, ¡sumé! ¡Qué bien!
Este anillo con forma de corazón, que no me quito nunca, hoy en día me recuerda, no solamente el corazón físico o biológico, el órgano que está ahí latiendo, sino también la importancia de estar conectada realmente con lo que es mi esencia, que es lo más valioso.