Vi Los Miserables en Broadway cuando tenía 13 años y descubrí un universo al que quería pertenecer. A esa edad creía que podía estar en el escenario cantando, bailando o interpretando algún personaje, pero luego entendí que estar frente al público no era exactamente mi lugar.
Tuve el privilegio de tener no solo una mamá increíble que supo encaminarme, sino también la posibilidad de estudiar en un colegio que fomenta la creatividad y en el que estuve rodeada de profesionales que supieron identificar eso en mí, potenciarlo y darme las herramientas; eso fue crucial, pues me mostró que el mundo de la creación artística era algo profesional. Especialmente tuve dos profesores que me guiaron dentro de este mundo que ya había decretado mío y que me orientaron hacia el terreno de la producción.
Crecer en un ámbito educativo en donde mi creatividad era validada, fue esencial, era como recibir más dosis de impulsos y de inspiración para que esa creatividad fuese mi mayor herramienta. Pero no estamos acostumbrados a eso. No vemos en la creatividad algo formal, sin embargo yo crecí viendo mis sueños materializarse ante mis ojos. Y por eso existe esta escuela hoy en día, porque me encanta poder demostrarle a los jóvenes que eso que tenemos en nuestra cabeza puede ser una realidad.
Inicié mi empresa, Clas Producciones, hace 11 años y desde entonces estoy dando fe de que el ámbito artístico es tan importante y tan poderoso como el económico, el científico, o como cualquier otro; es otra columna de la sociedad. Hoy en día tengo más de seis musicales en mi carpeta y una escuela de teatro musical que fue la primera piedra que dio fe de ello. Creo en esto a futuro y estoy dispuesta a formar más espacios para que el espectáculo sea una industria maravillosa en nuestro país.
Me inspira mucho este país porque me gustan los retos, esa es la verdad y siento que hay tanto por hacer, por crear, que es un privilegio para los que estamos creciendo en él. Me enamora ver cómo el arte transforma la vida de la gente.
Cuando ves materializados proyectos como Matilda, o Los Miserables, sabes que dentro de esa mini comunidad que has generado está el ejemplo de país que quieres. En todos estos procesos somos modelo de buen funcionamiento, somos ejemplo de creación. En nuestro caso, ejecutamos proyectos culturales y artísticos, pero el esfuerzo de gerencia y el esfuerzo humano detrás de ellos, es calcable a cualquier otro proyecto de la sociedad.
En una oportunidad nos estafaron y descubrir la malicia detrás de un negocio como éste me hizo pensar en desistir, porque estás trabajando con arte. Bueno, fue un choque horroroso, y me sentí sumamente vulnerable, pero aprendí que la vulnerabilidad debe ser equivalente a la valentía y creo que ese fue mi momento más valiente. Le hablé a mi equipo con la verdad, les dije lo que estaba pasando y que a pesar de estar herida, quería seguir adelante. Y en ese momento tan determinante, conseguí compañerismo, así que entendí que estaba en un camino correcto. Si a pesar de toda esta maldad, de esto oscuro, una cantidad de gente sigue creyendo en ti y en lo que haces, la responsabilidad entonces es más grande.
Liderar es un reto gigantesco. Al asumir el liderazgo de proyectos, tienes que transmitir que todo va a estar bien, aunque por dentro tengas dudas. Hay días en los que quiero que alguien me diga qué hacer, entonces cada día es un acto de fe y un reconocimiento de que la calma y la paciencia son dos de mis grandes fortalezas. Siempre mis asistentes de producción preguntan, ¿pero cómo mantienes tanta tranquilidad? Y por supuesto, muchas veces la procesión la llevo por dentro, pero sé que en mi tranquilidad está la del equipo. Y vuelvo a la honestidad. Cada vez que yo me siento con mi equipo y les digo «esto es lo que está pasando», creo que eso me hace mejor líder y me hace poder inyectar en otros la posibilidad o las ganas de liderar también.
Creo que hay que comunicar desde la verdad y la honestidad, porque cuando hablas desde la verdad, cuando eres honesto, no te puedes equivocar. Muchas veces queremos que todo sea perfecto y no vemos que en la imperfección hay algo bello, porque ahí está el inicio de algo maravilloso.
Las mujeres jóvenes debemos ser más desafiantes. Eso es esencial en un país como el nuestro, saber que cuando las cosas no están bien, es bueno cuestionarlas. Eso es algo que me dejó la obra Matilda, porque ella es una niña que desafió la autoridad y dijo: «si esto no está bien, no voy a permitir que siga así». Muchas veces también tendremos que transitar las pérdidas, pero el resultado tiene una gran capacidad de transformación.
Jamás pensé ser una voz visible porque los productores somos silenciosos, somos anónimos, estamos detrás de las cosas y para mí ese lugar estaba súper bien. Sin embargo, hoy he conseguido plenitud en tener una voz, en poder sentarme aquí, contar mi historia y probablemente inspirar a más de uno. Definitivamente la niña de 13 años que se sorprendió con su primer espectáculo, está satisfecha con quien soy ahora.