Si me pudiera definir en un objeto, sería una bicicleta. Eso soy yo, una bicicleta. O sea, es que, literal, ¡las dos ruedas me dan vida! Mi primera bicicleta fue un triciclo. Y toda mi historia de vida se relaciona con la bicicleta. Desde que nací, he sido parte de una «bici-cultura», porque mi movimiento siempre ha sido en bicicleta. Cada ciudad del mundo, de los 37 países que he visitado, la he recorrido en bicicleta. Soy Stefany del Carmen Hernández Mendoza, medallista olímpica en ciclismo BMX, Manager de Equipo 100% y creadora de la Fundación Stefany Hernández 469. Nací en San Félix, Estado Bolívar.
Soy la menor de tres hermanos que me llevan siete y diez años, y que mucho antes que yo, ya hacían vida en este ámbito deportivo. Ellos practicaban bicicross en una pista en el Club Náutico Caroní. Cuando nací, toda mi familia estaba involucrada en ese deporte. Mi papá competía y mi mamá era la delegada del club al cual representábamos, era el Club de Bicicross Sidor de la Siderúrgica del Orinoco, donde mi papá trabajaba. Mi mamá vivió su embarazo dentro del deporte y tuvo los dolores dentro de la pista, eso fue un sábado 15 de junio de 1991. Se fueron a la clínica en San Félix y nací. Luego llegaron todos esos ciclistas a ver a «la reina de la cicla». La que faltaba.
Nuestra comunidad deportiva era muy hermosa porque se extendía a la comunidad familiar. Yo llegué a un lugar donde me esperaban; donde siempre se han alegrado por mi vida. De todo ese amor, toda esa energía, salió una medalla olímpica para Venezuela. ¡La primera medalla olímpica del ciclismo venezolano! Así que la fórmula sirvió: entre el amor, el deporte, la velocidad, el trabajo en equipo y la energía, pues, vino el fruto de toda esa generación y salió ¡esta medallista!
Mi reto más grande es ser un punto de unión y encuentro entre la sociedad y los valores del deporte. Tener la disciplina de mantenerme en el aquí, en el ahora. ¿Cuáles son los valores del olimpismo? La excelencia, el respeto, la honestidad y la amistad. Saber los límites. A eso le metes la humildad y le metes la puntualidad, que es tan importante, porque es parte del respeto.
El deporte es fundamental en lo educativo y en nuestra formación como seres humanos, definitivamente. El deporte da una visión holística, también aprendes a perder; si perdiste y lloraste, está bien, y está bien que no siempre estés bien. No está mal que grites, es la emoción y la puedes expresar. El deporte te enseña a no juzgar, te enseña a aceptar y en la aceptación está todo lo que quieras hacer en la vida, porque la no aceptación lleva al sentimiento de frustración.
Hay que aprovechar cada espacio como si fuera una final olímpica. O sea, darlo todo, porque no hay otra manera. Uno no sabe lo que va a pasar, entonces mientras estés aquí, da tu 100%, o bueno, yo daría mi 469% porque ese es mi número de competencia. Yo elegí el número 469 para competir durante mi carrera deportiva porque el nacimiento de mi primera sobrina fue el 04-06-09 y fue como la manera de llevarla conmigo.
El que está presente en el aquí y en el ahora, gana capacidades para lograr lo que quiera. Para eso tienes que trabajar mucho en ti mismo. O sea, conocerte mucho a ti mismo, pasar tiempo contigo mismo, en el silencio. No hace falta irte al Himalaya o a una cueva, no es que eso esté mal, pero para encontrarte te puedes encontrar en tu propio sitio, respirando, meditando, estando presente.
En nuestra realidad actual basada en el consumismo, no solamente ingerimos y compramos, también consumimos lo que miramos, escuchamos; siempre hay que estar estimulado y esta sociedad ya está sobreestimulada. Entonces mientras parece que te llenas más, te estás quedando con menos, porque te estás quedando «sintigo mismo». No sé si esa palabra existe, pero podemos inventarla. Entonces, si te quedas sintigo mismo, no estás presente y tu presencia es lo que realmente alimenta las conexiones. Como ser humano tengo que creer en la humanidad, confiar en las capacidades de otros seres humanos para apoyarnos, darnos una mano, ayudarnos. El que confía siempre gana.
Lo que me mantiene con fuerza es mi familia, Guayana. Guayana es mi reinado. Sueño con ver todo lo que yo sé que puede ser Guayana. Guayana es Venezuela; es como dar luz al mundo de lo que puede ser, porque Guayana es un puerto iluminado, es un puerto infinito, un puerto abundante. Lo que me hace permanecer es esa emoción de poder ver con mis ojos, sentir, lo que se puede hacer ahí. Podré haber recorrido mucho, pero siempre vuelvo a Guayana. ¡Guayana es mi vida!