Ana Cristina Vargas

"Todo tiene mucho potencial"

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Desde pequeña me apasiona servir, dar mi talento para ayudar a otras personas. A lo largo de mi vida he buscado distintos caminos para hacerlo, la arquitectura ha sido mi herramienta principal en los últimos 15 años. Diseñar, crear espacios para mejorar la calidad de vida de la gente, en distintos aspectos. Para mí el servicio es compartir lo que sabes hacer.
Trazando Espacios es una organización que da herramientas, principalmente a los niños, para que aprendan a diseñar sus propios espacios públicos, desde un centro comunitario hasta un parque para su escuela. Que sientan que pueden generar un cambio tangible en su comunidad, aprendiendo algo de arquitectura, expresando sus ideas en una maqueta que luego se convertirá en algo real. Esto me apasiona demasiado. Al final todos queremos vivir en espacios más bonitos, organizados, cómodos. Siempre pensamos, ¿qué más hacer para embellecer y darle identidad a los espacios?
En los últimos cinco años me ha tocado aprender una nueva carrera, la maternidad. En junio mi hija mayor cumple cinco años y tengo dos más, uno de tres y otra de un año. Me ha tocado diseñar para mi propio hogar. Organizar mi vida y aprender a poner límites al trabajo y también al hogar, porque bueno, a mí me apasiona mi profesión y siento que es un balance que necesito en mi día a día. A veces me doy cuenta de que he trabajado demasiado y me digo: ¡uy!, no he visto a mis niñitos y siento que me falta algo. Hay que armar equipos, uno no puede hacerlo todo, y tampoco te debes descuidar a ti. Creo que la confianza en tus distintos equipos, en el hogar con tu esposo, hijos, familia, trabajo, es fundamental. Y que la gente haga las cosas según lo que cree es importante para sí. Buscar tu balance personal como mujer. Para cada quien es distinto cuáles son sus prioridades y cómo establecer límites concretos y conscientes para poder vivir, en modo presente, cada experiencia de su vida.
Cuando las cosas se me ponen complicadas recurro a la Virgen, la oración para mí es lo más poderoso y milagroso. Tuve la oportunidad de viajar a la India cuando estaba haciendo mi postgrado, la idea era trabajar con una ONG donde aprovecharía para hacer mis prácticas para desarrollar la metodología de Trazando Espacios. Estaba en Mumbai, con 25 años; estando en el sitio la directora me dice que ya no me podría ayudar a realizar mis prácticas en ese lugar. Por suerte, logré contactar con un ingeniero que daba clases al norte de Mumbai, en una comunidad absolutamente musulmana; en una zona tan lejana que era la última en enterarse de cualquier noticia, y yo, una mujer joven, latina, te imaginarás cómo me sentí, sola, en un barrio complicado para llegar, en una comunidad musulmana donde apenas hablaban inglés y dije «¡Dios mío!, ¿yo de verdad tengo que estar aquí?, ¿acaso soy relevante en este contexto?», y en ese momento sale de un salón una niña, musulmana, me sonríe, no dice nada, toma mi mano y me entrega un crucifijo. Ahí tuve mi respuesta, entendí que todo iba a estar bien. Siempre llevo conmigo una medalla de mi primera comunión, es la Virgen de Coromoto, me la regaló mi abuela, la llevo conmigo todos los días en donde esté.
Una cosa que nos apasiona mucho a los arquitectos son las estructuras urbanas, las calles y callejones como los que hay en Petare; para mí todo tiene mucho potencial, lo busco en los barrios, en la ciudad y la sonrisa de la gente. Y en los retos que toman en condiciones súper duras. Estoy trabajando con mujeres en el bordado, les enseñé a bordar. Armamos un grupo en una comunidad, en la Península de Paria, tenemos dos años trabajando. Son mujeres increíbles, principalmente una muchacha, se llama Lucía, tiene hijos parecidos a los míos en edades, y ¡una sonrisa demasiado linda! Ella es de esos tesoritos que uno a veces encuentra por ahí. Cuando yo le digo a Lucía «nos salió un proyecto de bordar 80 piezas», entonces ella extiende toda esa sonrisa que tiene y así asume sus retos en medio de tantas dificultades. Y bueno, sigue luchando y es maravilloso. Eso para mí es la esencia.
Queremos trabajar con 50 mujeres de la zona para darles distintas herramientas relacionadas a la artesanía, agricultura, cestería, bordado, costura. Son cosas que les encantan y cuando no hay internet o luz, el bordado, por ejemplo, lo pueden hacer con la luz del sol. Las mujeres necesitamos tener nuestra propia tribu. Creemos que es muy importante que ellas puedan crear distintos tipos de medios de vida para generar ingresos propios. El trabajo personal también es fundamental. Trazando Redes a Mano, así se llama este nuevo proyecto, está enfocado en las mujeres y cómo ayudarlas a comercializar lo que hacen, como los bordados, hacer que el producto sea vendible para crear autonomía económica.
Creo que lo más bello es que la gente busque su pasión en la vida. Hacer las cosas que estén en sus manos. Y, de vez en cuando, hacer silencio para escuchar su corazón y confiar en su intuición.
¡Conviértete en el edificio más bello!, en la organización más maravillosa. Al final, no se trata del destino sino de todo lo que vas aprendiendo durante el camino, de otras personas; de ti. Y cómo ayudas a otros a hacer cosas maravillosas.