Mi adolescencia la pasé sintiendo que estaba rodeada de gente que lo hacía todo muy bien, mientras que yo no. Fue todo un proceso salir de esa crisálida. Siempre estaba buscando algo en lo que iba a ser muy buena y me di cuenta de que no, que no tenía que ser excelente en nada, pero que sí tenía que ser muy trabajadora. Y siempre digo: soy una persona estándar que trabaja todos los días por hacerlo mejor. No soy la cereza que va sobre el helado. Soy una persona normal que todos los días trabaja, más nada. No tenemos que ser extraordinarios para hacer algo bueno.
Cuando asistí al primer evento de La Alianza Venezolana Empresarial, sentí que algo me hizo click. Y me dije: eso se parece a mí, ¡es lo que yo quiero hacer! Y fue inevitable que yo formara parte de esa alianza. ¿Y de qué iba todo esto? Pues, de empoderar mujeres, de entender por qué las mujeres en las empresas necesitábamos aliarnos, por qué solamente alcanzábamos el 25% de las posiciones en las juntas directivas. ¿Dónde estaban las mujeres, los espacios de poder? Y tantas otras cosas.
Antes de tocar todo este tema de las mujeres llegué a la presidencia de Casetel que es la Cámara de Empresas de Servicios de Telecomunicaciones. Fui presidenta en dos períodos, era mujer en el directorio de Fedecámaras como representante por el sector telecomunicaciones, donde éramos poquísimas mujeres y en un ambiente que no es nada sencillo para dejar tu mensaje y levantar tu voz.
Poco a poco me fui capacitando, involucrándome y compartiendo mis propias experiencias, porque todo esto nace de tus propias vivencias. Cuando estaba empezando profesionalmente fue muy difícil porque era mamá y había poca flexibilidad con eso, así que dije, «tengo que proveerle a las mujeres que vienen mejores condiciones que las que yo tuve».
Las libertades no se conquistan en automático, ni con improvisación. Se van trabajando una a una y se van luchando. Yo la libertad la conquisto preparando mi discurso antes. Les diría a las mujeres que escojan sus batallas, que empiecen a decir qué es lo prioritario para sí mismas, para sus hijos, para su carrera. Porque no puedes hacerlo todo, nadie puede, porque si no, no tendría ese buen vivir que queremos tener, ese balance. Escojan sus batallas, lúchenlas, digan lo que quieren, clarifíquenlo y vayan por eso.
A mí me interesan las personas, me interesa la justicia, me interesa esto que me lleva a las mujeres. En las telecomunicaciones, que es mi trabajo del día a día, trabajo por la conectividad para ellas y para todo el mundo, porque la brecha digital hace que las mujeres sean las menos conectadas. Así que, hoy por hoy, trabajo para que las mujeres tengan más herramientas para ser independientes y también se puedan formar a través de las telecomunicaciones.
Me inspiran maravillosas mujeres que están haciendo cosas increíbles en situaciones muy complejas. Ver que sí se pueden hacer cambios, aunque no sean grandes. Yo no tengo que impactar a millones de personas, yo tengo que impactar a una persona por vez y con eso, me doy por bien servida. En la medida en que ese cambio vaya creciendo como una red, entonces mi labor estará siendo positiva.
Cada uno va buscando su felicidad y la búsqueda de la felicidad compartida es algo maravilloso que yo quisiera dejar como legado. Ojalá yo pudiera lograrlo y aportar en donde haya un terreno fértil, donde se pueda hacer un cambio y se pueda dejar un legado hermoso.