Empremujeres y Fundación Soy Crear nacen en un momento difícil de nuestro país, en pleno 2017 con las protestas. Durante esa época escuchaba a mamás que de plano decían que sus hijas no iban a poder, que no había oportunidades, un discurso con una carga muy limitante que me dolía profundamente. Sin embargo, como buena testaruda, estaba convencida de que tenía que mostrarle a la gente que Venezuela es más que lo que dicen de ella. Donde escuchaba un no, lo transformaba en un sí lo podemos hacer.
Me tocó aprender a ser resiliente desde chiquita, cuando todavía no existía el término. A mis 15 recuerdo que, estando yo por graduarme de bachiller, me dijeron que ya era momento de conseguir un marido e irme de la casa, pero mi mamá siempre insistió en que tenía que estudiar. Luego enfermó de cáncer cuando yo tenía 21 y tuve que dejar todo para cuidarla, me tocó tomar todas las decisiones sola. Los golpes me fueron moldeando y dando esa fortaleza.
Creo profundamente en la educación para el desarrollo de las personas, los países y las familias. Además, siempre me ha fascinado lo social, la empatía se me da naturalmente y con facilidad. Tal vez es porque he hecho labor social desde que tengo uso de razón. En mi familia siempre estuvo presente, estudié en un colegio católico donde era algo común y luego me gradué en Recursos Humanos.
Me he sentido muy privilegiada en la vida porque he contado con mujeres que me han dado muchas oportunidades. Recuerdo un momento en el que ganaba 4.500 bolívares y el semestre costaba 9.000, me resultaba imposible inscribirme en el instituto y, de repente, me apareció en la cuenta un montón de plata. Pasaban los días y el dinero seguía ahí, hasta que en el trabajo me dijeron: «Patricia, usa eso para inscribirte». Años más tarde me enteré de que mi jefa había promovido entre todos los trabajadores una colecta para que me pudiera pagar la matrícula. Un ejemplo de sororidad que me marcó, desde los hechos y no tanto desde el discurso.
Al final uno se muere y lo que queda es lo que dejaste en las otras personas. Se trata de darle a los otros el espacio y la libertad para que creen, se sientan parte de un todo y vean que un cambio positivo es posible, primero para ellos y luego para el afuera. En Empremujeres trabajamos tres pilares: el autoconocimiento, el hacer, y la trascendencia. Soy, hago y trasciendo. Siempre parto del concepto de que si quieres emprender, tienes que estar feliz, tranquila y en armonía contigo misma.
Cada vez me despojo más de las apariencias y muestro con orgullo mis logros y lo que soy. Algo interesante de mi autoconocimiento es que de adulta descubrí que tengo déficit de atención, hiperactividad y dislexia, comencé a entender por qué rechazaba ciertos olores o las multitudes, y así comencé a desarrollar herramientas para poder regularme de mejor manera. Lejos de ser una discapacidad creo que me ha permitido hacer más porque mi mente siempre va más rápido. La verdadera libertad empieza en uno.
Yo estoy muy feliz con mi vida, todos los días le agradezco a Dios el camino que me ha dado. Creo que si de niña alguien me hubiese dicho, mira, vas a ser una persona importante, vas a lograr cosas grandes, no lo hubiese creído. Me han pasado cosas que ni siquiera soñé que me podrían pasar. A la Patty de los 6 años le diría que siga jugando, a la de 12 que siga estudiando y le recordaría que no está sola. Me diría: «Patty, vas a ser feliz, no te preocupes por eso nunca».
Una de las cosas que más me moviliza es la creatividad, puedo estar dormida y de repente me paro con una idea. Constantemente estoy buscando cosas que no estén hechas, nuevas oportunidades, de hecho, muchos de mis programas han salido así. Busco que las mujeres se sientan merecedoras, tenemos muchos problemas con eso, inconscientemente sentimos que no nos merecemos nada.
Quisiera dejar una huella de optimismo. Especialmente que las mujeres sepan que pueden lograr lo que quieren, que no hay límites. Que se merecen todas las cosas buenas y bonitas que les pueden pasar. El amor por lo que hago y por mi país me hace permanecer, creo que este es mi propósito de vida. Hay mucho por hacer y yo sigo creyendo en Venezuela, muy a pesar de lo que la gente me diga. No sé por dónde nos va a llevar la vida, pero sé que va a ser a un lugar bonito, próspero, donde todo lo que estoy cultivando se siga proyectando y expandiendo.