Cuando comencé con la fundación, Funcamama, era muy joven, además no sufrí de cáncer de mama, entonces las personas consideraban que yo no era una persona legítima para trabajar en el tema porque no había pasado por ello. Sin embargo, yo soy lo que se llama sobreviviente de segundo nivel; tengo gente a mi alrededor, familiares muy cercanos, que han padecido distintos tipos de cáncer, como mi abuela que murió de cáncer de mama. Una de las cosas que he entendido es que juntarse es sumar fuerzas. Si tú estás unida te vinculas con lo que tiene cada persona; cada quien tiene una realidad, diferentes visiones, pero hay cosas que nos unen. Nos une el hecho de que todos respiramos, necesitamos alimentarnos. Necesitamos amor. El amor en su máxima expresión.
Yo creo que lo que falta —aunque suene como cliché— es el hecho de rescatar lo que nos une. Que sepas y sientas que hay alguien que te va a acompañar en algún momento de agobio. Lo primero es negociar y unirse con uno, ese desconocido o desconocida que habita detrás de tus ojos, y luego, ver qué te une con el otro. Cuando tú ves qué te une con el otro y le das más prioridad a lo que te une que a lo que te separa, tenemos la oportunidad de construir y ganar sociedad. Si todos tuviéramos conciencia de que no es simplemente hacer el bien y no mirar a quién, sino que es hacer el bien para que estemos todos bien y que podamos estar lo mejor posible, creo que los trabajos sociales serían aún de mayor impacto; y la sociedad sería más interactiva, equitativa, sostenible y, sobre todo, con mayor conciencia y coherencia.
Al construir una mejor sociedad, tenemos una mejor calidad de vida. En la Fundación venimos trabajando, desde hace 22 años, por el derecho a la salud y vida de las mujeres con cáncer de mama. Somos la organización pionera en Carabobo con el tema de ver la salud de una manera diferente; eso ha hecho que seamos madrinas de otras organizaciones. Atendemos 35.000 personas en diagnósticos oportunos del cáncer de mama, tenemos grupos de apoyo para los cuidadores, por donde han pasado más de 10.000 personas y donamos medicamentos para 22.000 personas cada año. En Carabobo, cuando nosotros comenzamos, éramos el segundo estado con mayor índice de mortalidad por el cáncer de mama en Venezuela, ahora somos el segundo estado con mayor número de diagnóstico precoz en el país.
Trabajamos por la vida. Cuando trabajas con temas tan duros que afectan a toda la sociedad, tienes que cambiar, incluso, tu forma y energía. Mi propósito es promover la alegría y ganas de vivir. Queremos que te cuides, que vayas a tiempo al médico. Entiendas que la salud es una inversión y no un gasto. Que tengas una vida digna con las herramientas adecuadas. Hacer trabajo social es también trabajar por uno mismo. ¡Es que tienes que pensar en colectivo! Si quieres tener una mejor calidad de vida, tienes que hacer que tus padres tengan una mejor calidad de vida; yo no puedo estar bien, tener la mejor alimentación del mundo, pero el que prepara el alimento está desnutrido o no tiene acceso al agua, o el agricultor y el que transporta los alimentos, no tienen medidas de higiene, por ejemplo, porque eso va a redundar en que tu ambiente y donde estés, tengan una buena energía y un mejor desarrollo. Es imposible que si tienes aspiraciones de trascendencia, de crecer y dejar un legado, hacerlo solo. Tienes que hacer crecer a quien está a tu alrededor, cuidarlos, para que además ellos mismos también cuiden de ti.
El trabajo social es mi pasión, porque yo creo que tenemos en la vida que hacer algo más que sembrar un árbol o tener hijos —yo tengo dos hermosos y siempre los llevo conmigo—, es un estilo de vida, no me imagino una vida diferente. ¡Deja de vivir la vida que los demás dicen que tienes que vivir! Hay que entrar en conciencia de que es tu única vida. No hay otra, ni otro cuerpo de repuesto. Es vivir ahora. Eso para mí es fundamental. Cada minuto es contado. La vida sigue, la humanidad sigue contigo o sin ti, entonces el único ratito es tuyo y es ahora.
Si yo quiero estar bien, la imagen va más allá de un cliché. Me visto de colores, no voy a pasar desapercibida. A mí no me gusta verme gris, porque yo no soy gris y la vida no es gris. La vida es multicolor, más allá del dolor la vida también es alegría, ¡es vida!, hasta el último respiro, entonces ¿por qué disfrazar la vida? Arreglarte habla mucho de ti, incluso de tu seguridad y autoestima. Simplemente, es la energía que tú quieres transmitir.
Yo trabajo por este país donde nací, por la gente que yo quiero; nuestra gente. Y lo voy a seguir haciendo hasta que la salud, la vida, me dé la oportunidad; y a la gente le parezca importante lo que estoy haciendo. Siempre le pido al universo, a Dios, que me dé las palabras, acciones y visión para comprender cuándo soy útil y cuándo dejar espacio para que otras personas continúen el camino.
Al final la vida es una decisión, como el agradecer todos los días.