Verme como la protagonista de mi vida fue un detonante importante, me sirvió para darme cuenta de quién soy y de todo lo que hago. Ese despertar también me mostró un recuerdo muy valioso: el de la pequeña Edni. Ella siempre lo supo, siempre estuvo convencida de quién era. A mis seis años yo estaba convencida de que era una artista, ¡pero por la calle del medio! Edni iba a ser cantante, pintar, ser poeta, escribir libros… no había lugar a dudas. Así que, regresar a esa sabiduría de la infancia me ayudó mucho a disipar las dudas, los prejuicios y las inseguridades.
Cuando retomé la escritura, cosas lindas empezaron a pasar. Estuve finalista en el Premio Rafael Cadenas de Poesía Joven. En el 2019 gané varios concursos de Ediciones Palíndromos, en Coro. Me publicaron en España, en México. Pero sobre todo, empecé a sentirme mejor conmigo misma.
Me generé mi propia narrativa, acepté que soy principalmente artista y después todo lo demás. De hecho, creo que la vena social, que me llena muchísimo, llega porque hay una sensibilidad artística primero que todo. Puedo decir que esa sensibilidad, y el servicio, es lo que siempre me ha movido, y en ambos, me inspira el otro, buscar qué puedo hacer por los demás. Cómo colaborar y hacer la vida de los demás un poco mejor. Así sea en lo más sencillo, sacándoles una sonrisa, diciendo ‘buenos días’, regalando un poema, una pintura; o sea, que de mí siempre quede algo bueno en el otro.
Mi labor social la he enfocado en compartir conocimiento. Desde Bloxie School, donde aprendí muchísimas cosas a nivel profesional, tuve la oportunidad de participar en la elaboración de varios programas formativos. Ahora, con la Fundación S4V, donde funjo como Gerente de Programas, hemos hecho un trabajo increíble para fortalecer capacidades técnicas de otras organizaciones del sector humanitario y desarrollo. A través de la Fundación hemos llegado a más de trescientas organizaciones a nivel nacional, y a más de mil seiscientas personas.
Creo que todo lo que he hecho en mi vida ha girado en estos tres verbos: aprender, crear y compartir. Me encanta aprender y cultivar todo lo que me apasiona. Es como una búsqueda que no me cansa. Crear, porque siento que es algo natural, que no puedo evitar. De hecho, en los momentos donde me he sentido triste en mi vida me he dado cuenta de que es cuando no estoy creando. Y compartir, porque es importante entregarle a los demás, de alguna forma, el conocimiento y los talentos con los que uno ha nacido o que ha podido también trabajar en uno mismo.
El servicio muchas veces requiere dejarse a uno un poco de lado. Por eso es importante también, de vez en cuando, hacer el ejercicio de reconocerse, y valorar la labor que uno hace. Pero, ese ‘reconocerse’ no es un trabajo solitario. Ayuda mucho tener a la familia, los amigos, a la pareja, que te recuerden lo que estás cosechando, lo que has venido sembrando por mucho tiempo. A uno eso se le difumina en lo cotidiano, porque ese es tu día a día y lo haces con tanto gusto que se te olvida que es un trabajo. Entonces, es muy bonito cuando tienes un entorno que te está mirando con los ojos que uno espera mirarse el resto de su vida a uno mismo. Y de eso va el amor, porque no se puede dar un reconocimiento a alguien si no hay amor en primera instancia.