Soy andina, de Trujillo, de padres educadores. Especialista en psicología clínica. Mi trabajo ha sido el desarrollo de programas de salud mental en contextos de desastres y catástrofes colectivas de origen sociopolítico. Desde 2003 pertenezco a la organización Cofavic, Comité de Familiares de Víctimas de los sucesos de febrero y marzo del Caracazo de 1989. La junta directiva está, en su mayoría, conformada por mujeres víctimas, señoras, abuelas, tías, que se juntaron y crearon la organización para que hechos como los del Caracazo no se repitan. Llevo 20 años en la organización trabajando e incorporando, de manera transversal, las dinámicas psicológicas a todos los procesos de acompañamiento a víctimas de violaciones a los derechos humanos; y desde hace 15 años, aproximadamente, también apoyo en el área de gestión de proyectos.
Siempre el tema humano ha sido para mí muy importante, el trabajo social colectivo y los temas de política. Postulé a la Universidad Central de Venezuela, era mi meta, y quedé. Fue un mundo maravilloso porque desde cada asignatura logré abordar y comprender todos los fenómenos que me rodeaban, tanto social como individual y político.
No me intimidan los contextos nuevos ni complejos, me retan. Tomé de la carrera la posibilidad de desfragmentar situaciones en elementos que puedan ser evaluados e intervenidos. Eso para mí es música, poesía; es mi pasión. Cómo empiezas a buscar, ordenar, junto con la gente, dentro de esos eventos que parecen muy complicados, y darle sentido, ver cómo la gente va sumando y cómo juntos vamos transformando los procesos. Vamos a hacerlo juntos para que después tú solo puedas seguir caminando, esto aplica tanto en lo individual como en lo colectivo.
Cuando me incorporo al trabajo de psicología del desastre encontré mucho eco. La psiquiatra Raquel Cohen, quien venía de hacer un trabajo en Nicaragua y Guatemala con huracanes, nos presentó todo su modelo de trabajo; tiene que ver con estos libros que llevo conmigo. Son para mí dos herramientas fundamentales que me recuerdan ese momento donde di un paso adelante y me encontré en un mundo, y un trabajo, que no se ha detenido; indistintamente del lugar o la realidad, he estado haciendo lo que me gusta.
No hay realidades perfectas, contextos perfectos. Creo que siempre va a haber situaciones que van a tener un impacto, el mundo no es estático. Me motiva trabajar en cómo podemos responder, cada día mejor, ante las distintas situaciones, ver los aprendizajes y dejar memoria sobre lo que ha ocurrido, porque suelen ser historias o experiencias muy motivadoras que transmiten esperanza frente a otros contextos que puedan venir en el futuro. Preservamos la premisa de que «frente a la adversidad: la solidaridad y empatía». Transmitir esta fórmula permite abrir puertas y rompe con la oscuridad de cualquier túnel.
Una de las cosas que nos recalcan como herramienta importante en la formación de la psicología, es tener presente que somos personas, y como tales, también pasamos por procesos psicoterapéuticos para reconocer nuestras vulnerabilidades, así como nuestras fortalezas. Otra herramienta que rescato, desde la psicología del desastre, es la posibilidad de comprender las situaciones adversas como fases por etapas, cada etapa tiene un comportamiento distinto a nivel externo y a nivel de las dinámicas de cada persona. Y un tercer elemento, es reconocer que hay reacciones esperadas en las personas, de manera que no pueden ser catalogadas como patológicas. Hay que comprender lo que viven, entender que están pasando por una situación difícil y que la van a superar.
La perspectiva de los derechos humanos es la dignidad de las personas, indistintamente de su raza, conducta y posición política; el trabajo está centrado en la dignidad. Cuando tú le explicas a las víctimas que la perspectiva de los derechos humanos es la dignidad, se convierte en el primer paso para su recuperación; la restauración de la dignidad de la persona, desde su espacio íntimo, como también, del espacio colectivo.
Nos inspira visibilizar el rol protagónico que tienen las víctimas, de transformarse y transformar realidades. Que ellas identifiquen qué aspectos están en su control, y cuáles corresponden al Estado o a las distintas instituciones. Es un engranaje muy bonito