Yo soy, ante todo, líder. Creo que lo he sido desde siempre. Pertenezco a una familia de siete hermanos en donde, primero, hubo cuatro hijos seguidos, luego de diez años vine yo, y después de mí vinieron dos más. He sido la persona que amalgama a los hermanos mayores con los menores. Desde ese lugar, he aprendido la importancia de ser un equipo y crear redes de apoyo ante cualquier asunto familiar. Esos son aspectos fundamentales en la gerencia. Hoy en día, me dedico a eso, a unir equipos de trabajo multidisciplinarios para crear alianzas de medios en los diferentes proyectos que están a mi cargo.
Al principio, en la gerencia de medios, me dedicaba a que los periodistas crecieran profesionalmente. Ahora, me dedico más hacia los derechos de la mujer, a promover la igualdad. Estoy coordinando una red de mujeres constructoras de paz en el país, dentro de la alianza de medios que tenemos, que se llama Mujeres Referentes. Allí tenemos más de trescientas mujeres y personas no binarias, que buscan una mayor paridad de voces presentes en los diferentes foros y reportajes que realizan los profesionales de los medios, periodistas e investigadores. A lo largo de mi vida, siempre he trabajado en función del bien colectivo, estando detrás de cámaras, haciendo que las cosas pasen. Nunca para vanagloriarme, sino para multiplicar y dar voz a quienes no la tienen.
Creo que las características de un buen líder son la generosidad, la empatía, saber escuchar, la humildad. Un buen liderazgo consiste en darle herramientas a todo el equipo que estás dirigiendo para que sean autónomos, para que puedan gestionar crisis de todo tipo, no solo técnicas sino emocionales, psicológicas. Que logren alcanzar su bienestar, y que se sepan valiosos. El buen líder también crea vías de comunicación. Es visionario. Promueve los cambios, para que la gente se transforme y sea cada vez mejor. Esa es mi mentalidad: de cambio, de buscar, aprender y disponerme a ver qué es lo que quiere Papá Dios de mí. Ver en qué puedo ser útil. Buscar cómo servir mejor. Es como dice en la Biblia: «Ser el buen olor de Cristo».
A veces es muy difícil decir un solo nombre como referente de buen liderazgo, porque yo creo que uno toma de todas las personas un poquito. Desde la Virgen María que dijo: «Hagan todo lo que Él les diga». Pasando por tantas mujeres que han luchado por la igualdad de género en el mundo. Y por supuesto también mis colegas, mujeres, periodistas, que están trabajando acá en Venezuela, con todas estas adversidades; que son tan valientes, luchadoras, hacen investigaciones, con todo el miedo del mundo, pero al mismo tiempo dando la cara, mostrando lo que hacen. Eso es de una valentía increíble. Y terminando por mi mamá, que crió siete hijos; fue ama de casa; solamente llegó al sexto grado. A sus hijos en ningún momento les enseñó a cocinar, a lavar o a limpiar, porque nosotros teníamos que estudiar.
Finalmente, un buen líder ama lo que hace, se apasiona, pero también se divierte y sabe festejar cada logro, por más pequeño que sea. Yo creo que ahí es donde está la esencia. Eso es un gran incentivo para todos. De hecho, un detalle de mucho valor para mí es la foto familiar de la celebración de mis cincuenta años. Ahí quise que estuviera retratada gente de todas las etapas de mi vida. Gente de la parroquia, la universidad, los medios de comunicación donde trabajo y mi familia. Éramos como cien personas en total. Así soy yo, festiva. Yo celebro la vida.
Junto con mis hermanos y mi mamá, mis sobrinos son lo más querido para mí. Atesoro el nacimiento de cada uno como algo muy especial. A todos los amo con locura. Para mí, ellos son los hijos que no tuve, y que hubiese querido tener. Pero, sobre todo, ellos son mi esperanza, mi mayor motivo para hacer las cosas bien. A través de mi trabajo quiero que tengan la posibilidad de un mundo mejor, y que, además, sepan que ellos no tienen por qué repetir nuestras historias, que en ellos está hacerlo diferente, que tanto hombres como mujeres somos iguales y por eso todos merecemos respeto.