De niña escribía todo lo que pasaba a mi alrededor. Veía la televisión y narraba lo que estaban transmitiendo, «¡ahora vienen los comerciales!, este comercial dice…». Yo no lo había concientizado, mi hermana que estudiaba psicología me decía, «¿por qué no estudias comunicación social?, veo que te encanta contar, describir, narrar y eso es lo que hacen los periodistas». Escribía todo, mi abuela decía, «si te dieran el Acta de la Independencia le escribirías por todos lados». Tengo como quinientas libretas por la casa, voy haciendo las entrevistas y anotando cosas que quiero repreguntar. Creo que soy de las pocas personas que casi acaba la tinta del bolígrafo en un día. Así que el bolígrafo para mí es importante, y no cualquier bolígrafo, tiene que ser uno que se deslice con fluidez en mis manos.
Presenté la prueba interna de comunicación y quedé. Fue como un despertar. Soy una storyteller nata, de verdad, esto es lo mío, ha sido y será toda mi vida. ¡Aquí estoy! Hay temporadas altas y bajas; bueno, por situación país, pero todos los días reafirmo que esto es lo mío, contar historias, sobre todo que dejen algo en la gente. Es un trabajo que nunca aburre, precisamente por eso, porque siempre estás creando.
Yo soy productora de mi programa de radio Mucho que Contar, y siempre estoy pensando en temas, buscando; indagando. Elijo lo que quiero hacer en mi programa. Busco conectar más con la gente que hace cosas, que está poniendo piezas, en lo que yo he llamado el rompecabezas de este país; lo estamos construyendo. Uno va descubriendo historias que tú dices ¡Guao! Por ejemplo, la historia de unas mujeres que forman parte de un grupo que se llama Mujer Montaña, son montañistas de verdad; mujeres empoderadas que inspiran a otras a subir montañas físicas, pero también invitan a subir tu propia montaña, pasar por sus baches, colinas; hasta lograrlo.
Son historias que probablemente muchos no conocen y a mí me gusta darle visibilidad para que se conozcan. Entonces, yo siento que ese es mi rol. Cuando la gente todavía me pregunta, ¿pero por qué te quedaste?, ¿no piensas en irte?, yo digo, ¡no, no me lo planteo! Bueno, solo cuando cerraron RCTV porque caí en una fuerte depresión. Amaba el lugar donde me formé como periodista, conocí a mi esposo y nació mi hija, o sea, gran parte de mi vida, lo más bonito, lo pasé ahí. Yo siento que estoy aquí por algo; para mí ese algo es mostrar esas historias que pocos conocen y darles visibilidad, por más chiquitas que puedan ser, son esas piezas del rompecabezas que va construyendo el país. Me interesa crear contenido útil, valioso, que la gente sepa lo que se está haciendo acá, en Venezuela. ¡Este es nuestro lugar! Mi familia está aquí, son mi roca inamovible ―mi esposo, hija, mamá y hermanas; son mi núcleo. Además, mi país es demasiado bello y yo lo disfruto mucho.
Tengo una poltrona donde me siento y veo la calle, me encanta ver a la gente pasar, me conecto, al tiempo que busco información. Hay muchos cambios y uno se queda a veces rezagado. Es obligación de uno saber qué está pasando y cómo comunicarlo; es la esencia de un comunicador y una gran responsabilidad. Tú estás frente a un micrófono y le debes respeto a tu audiencia. Lo que vas a decir, cómo tratas a tu entrevistado, qué estás planteando para presentar. El léxico, las palabras que utilizas y la presencia. Yo me formé en la vieja escuela, donde no se decían groserías y la presencia era una de las claves fundamentales. Creo que muchas veces, cuando se comunica, no se hace de la mejor manera. Lo que importa ahora es viralizar un contenido sin importar qué comunicas. Yo prefiero ser muy cautelosa con las entrevistas y lo que voy a comunicar.
Me llena generar puentes, conectar, desde mi cabina, ahí cerradita, muchas veces pasa sin que uno se entere, pero cuando te lo escriben o hacen el comentario, para mí es como mi premio mayor; me da amor por mi trabajo y la gente que entrevisto. Ayer una persona me dijo, «tú me inspiras todos los días…». Yo me quedé impactada, a lo mejor con lo que hago diariamente, sin proponérmelo, hay gente que se identifica conmigo. Eso me halaga, ojalá inspire a muchos y que ese legado quede, sería muy bonito, pero bueno, yo soy yo, Ana Virginia siendo Ana Virginia y eso es lo que hay, una persona como todos.
Creo que somos seres humanos haciendo algo. Me gusta pensar que dejamos algo. Siempre le digo a mi hija, «No des nada por sentado, hija, siempre da la milla extra, te va a dar satisfacciones, en tus notas, en conseguir un mejor trabajo, en tener una mejor plataforma donde la gente se conecte y te escuche. En lo que tú decidas y hagas, pero siempre da la milla extra. A veces toca sacrificar algunas cosas y, otras veces, hay cosas que no se negocian por nada del mundo. Aprovecha, sorpréndete y guarda el recuerdo». Sí, porque las cosas pasan una vez y no te das cuenta.