Yo siempre he sido amante de la lectura, es parte de mi ADN. Viví entre libros, mi hogar fue un hogar
lector. Los domingos íbamos con mi papá al puesto de revistas, a él le gustaba leer cuentos o cómics,
él los llamaba «los peneques», y cuando lo acompañábamos podíamos escoger lo que queríamos leer.
La unión familiar siempre giró en torno a los libros, ese era nuestro ritual. Mi mamá a los 14 me regaló
«Mujercitas» con una dedicatoria que atesoro. Ese día me convertí en una lectora.
Para mí leer es vida, es parte de mi esencia y mi forma de ser. Creo que la lectura no debería ser
importante sino parte cotidiana de la vida. Así como lo es tomar agua, ver televisión, salir. Desarrollar
ese hábito refuerza el vínculo familiar, por eso, lo que yo viví de niña, lo vivo ahora en mi casa con mi
hija y mi esposo.
En mi interés de acompañar a mi hija en su proceso educativo, empecé a contar cuentos en el aula
desde primer nivel hasta sexto grado. Organicé intercambios de libros dentro del colegio, junto a
otras dinámicas. Más adelante, me contacté con una amiga que le gustaba lo mismo que yo.
Conversamos sobre lo que veníamos haciendo y dijimos de crear un espacio para intercambiar libros
entre amantes de la lectura. Así nació Buscadores de Libros.
Siempre he sido una persona que no hace las cosas por hacer. Si empiezo algo, aunque no sepa en el
momento cuál será el resultado, me empeño en hacerlo bien. Durante el primer año no tenía muy
claro en qué se iba a transformar, pero sí tuve la certeza de que sería para siempre. Principalmente por
los comentarios y reacciones de la gente que me hacían entender que existía una necesidad. Para mí
Buscadores de Libros es un antes y un después en mi vida. Pude identificarme con lo que me gusta y
descubrir que no todas las personas tuvieron la experiencia que yo tuve en mi niñez.
Cuando cambió la circunstancia económica del país perdimos nuestra fuente de ingresos principal
que era una tienda de calzado. En ese momento dije que tenía que darle la vuelta a esto para que
fuera sustentable. Ahí fue cuando empecé a ver a Buscadores de Libros desde el lado económico y
empecé a hacer cosas para poder pagar los gastos. Toda la vida he pensado que la educación es el
mejor negocio porque siempre va a tener clientes, los niños nacen todos los días. El libro te abre la
mente y te lleva a querer salir de donde estás, pero es un proceso cuando no tienes el hábito
desarrollado.


Años después, comencé a sentir que trabajar solo un día, o una semana, no era suficiente. Porque
esos niños se van y no los ves más nunca. Para mí, estaba perdiendo la oportunidad de estar en su
futuro. Por eso quise llevar más allá lo que veníamos haciendo. No estaba satisfecha y decidí crear el
programa Juntos hacemos la diferencia. Me fui a Cambalache, un barrio de la ciudad de Puerto
Ordaz, pregunté por la líder de la zona y planteé mi idea de ayudar a 14 niños a incorporar
herramientas para su proceso educativo durante un año.
Nos dimos cuenta de que no pasaba solamente por poner a los niños a leer, era también combatir
las figuras de poder que tenían instauradas. La misión del programa se transformó y nos enfocamos
en brindarles nuevas experiencias de vida que los ayuden en su crecimiento. Pasó de ser un
programa de un año a un acompañamiento hasta que salieran del bachillerato. De ahí salió un
barbero, una peluquera, un profesor de ajedrez y un profesor de arte. Además logramos armar una
mini biblioteca con la ayuda de toda la comunidad. Pasaron de ser 14 niños a ser 44 y pudimos
comenzar a trabajar en otra zona rural llamada Las Mulas.
Los muchachos están agradecidos. Lo más amoroso que he vivido es llegar y que los niños me
abracen. Creo que soy mejor persona porque ellos existen en mi vida. Esa es una de las cosas más
emocionantes que me han traído los libros.
El poder de la lectura es el poder de transformar a la gente, de sanar. Los libros te hacen realmente
libre. Por eso mi meta de vida es mostrarle esto a más personas, porque la vida entre libros es más
bonita.