Anna Vaccarella

"Hablo a corazones"

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Después de atravesar un proceso bastante fuerte con el tema de mi salud, sentí la profunda necesidad de reestructurarlo todo. Soy periodista todos los días de mi vida, como mamá o como amiga, soy periodista. La forma como pregunto, investigo y me vinculo me definen así. A raíz de esa experiencia tan intensa yo decidí hacer un giro: seguir con este rol de comunicar, pero hacerlo desde el alma, desde el corazón, vincularme con lo esencial e invitar a las personas, a los oyentes de radio o lectores de redes sociales, a hacer lo propio. Hoy en día doy talleres, hago charlas y conferencias. Ese es mi camino desde hace ya algunos años.

Es obviamente un camino que hay que recorrer día a día. Si hay algo maravilloso que nos regala esta época en la que vivimos, es la certeza de que nuestra vida está en nuestras manos y de que podemos transformar nuestra existencia. Fácil no es, pero imposible, tampoco. Se trata de tener conciencia, de tener voluntad y cada día avanzar un poquito más. Y, además, amarnos y tratarnos con compasión. Porque habrá días en que retrocedamos diez pasos y otro en que avanzamos solo medio. Pero al final, de eso se trata la vida, y la manera como recorramos cada paso va a depender de nosotros.

Cuando caminar se convierte en el reto más difícil de tu existencia, cuando tener un profundo dolor en el cuerpo es tu día a día, las 24 horas del día, el agradecimiento brota y hay momentos en los que las palabras no sirven, no alcanzan; en el amor, no alcanzan las palabras. Sencillamente intento ser yo, sin poses y, por ejemplo, me fue difícil decir que «soy protagonista», sin creerme nada más que un instrumento de Dios. Yo fui privilegiada y fui tratada en el hospital número uno del mundo de cáncer, y aquí hay tantas, tantas personas que ni siquiera tienen esa oportunidad. Entonces, eso me lleva a la humildad, para mí uno de los valores más importantes del ser humano. Y, siendo coherente, intento cultivarlo, para así aproximarme a corazones; yo le hablo a corazones.

El gran regalo y milagro que tenemos en la vida es la salud, y a partir de allí todo lo podemos lograr con conciencia, con certezas y sobre todo con mucha fe. Todo parte de la fe. Sin ella todo es más complicado, más difícil, el tener la certeza de que no estás solo o sola, es fundamental para avanzar en cualquier aspecto de nuestra vida. Y siempre hay miedo, y esto es un proceso consciente donde no es que siento menos miedo ahora que antes, no es que hay menos miedo o más miedo, sino que hay más fortaleza, coraje, que es una posición ante la vida valiosísima.

Mi podcast se llama Sin Manual, porque durante muchísimos años mi vida la viví con un manual, además un manual escrito no por mí, sino por mis ancestros, en el sentido de cómo me criaron, de cómo ver la vida, las cosas que deben ser, lo que sí, lo que no, las etiquetas.

Sé que tengo un rol que cumplir. Yo soy muy católica, creo en Dios y estoy convencida de que ese tránsito por el que atravesé tiene un objetivo y es compartir el mensaje. Es inspirar y motivar, a veces, desde tu propio dolor y propias angustias. 

Esta campana la tengo guardada desde noviembre de 2015, el día del Maratón de Nueva York, la vida me puso en una tarima del hospital número uno en tratamiento del cáncer. En esa tarima había pacientes conectados, al igual que yo, a las máquinas, recibiendo quimioterapia, estábamos todos sin pelo en la cabeza, aplaudiendo, emocionados; celebrando la vida y salud de todos los maratonistas que corrían 42 kilómetros en ese evento tan hermoso. Celebramos con toda la emoción que nos daba verlos correr y, en mi caso, honestamente, era una gran alegría. Hay momentos en los que llega la adversidad, entonces sueno mi campanita, me acuerdo de esa pelona, en esa tarima del hospital, celebrando la vida de otros, y al mismo tiempo, pidiéndole a Dios por su vida. Sueno mi campanita y recuerdo el milagro de la salud. El milagro de la vida.

Me hacen feliz las cosas más simples, un amanecer, vivirlo y verlo con otros. Todo es entrenamiento. Entrenar para justamente buscar lo simple, lo maravilloso; lo esencial. Mi vida es como la de cualquiera, no es que estoy iluminada, todo lo contrario. Tal vez por haber estado tan cerca del dolor, por sentir el dolor tan intensamente, es que puedo conectar con otros, porque sé de lo que estamos hablando; desde esa experiencia se puede construir la certeza de que la vida es un milagro. Y esa certeza hay que entrenarla. Hay que entrenarlo todo, para el amor, la alegría, el organismo. Una relación de pareja, una relación de amistad, todo hay que entrenarlo y cuidarlo día a día, gotita a gotita, semilla a semilla. Y así como cuidas una relación con pareja, hijos, familia, te tienes que cuidar tú y tienes que cuidar tu esencia.